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Diseño dels Parc del Castell de Peralada (1877), en la obra de François Duvillers.

François Duvillers, diseñador del Parc del Castell de Peralada.

Gravado pertenecientet a la Historia Naturale di Ferrante Imperato.

La Exposición Jardines de Papel en la Biblioteca

JARDINES DE PAPEL

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La construcción de los jardines del Castillo de Peralada puede ser enmarcada dentro del proceso de reinicio del arte de la jardinería que tiene lugar en Catalunya a fi nales del siglo XIX, cuando las familias burguesas o las acomodadas terratenientes deciden enaltecer sus hogares iniciando estos espacios con la incorporación de variedades de árboles y plantas.

 

Fue hace ciento cuarenta años cuando Don Antonio de Rocabertí, conde de Peralada, y Don Tomás de Rocabertí, conde de Savallà, al instalarse en Peralada iniciaron una serie de reformas fundamentadas en su formación y relaciones con la capital francesa y con sus vínculos con la isla de Mallorca. A las mejoras realizadas en el interior del Castillo y Convento del Carmen, se sumaron las destinadas a embellecer su entorno y así, tal y como cualquier castillo francés disponía de un gran parque o jardín, los dos hermanos decidieron dignifi car el de Peralada à la façon française integrando el terreno colindante llamado Lo Bosch del Comte con el oportuno arreglo y ajardinamiento. El encargo se hizo a uno de los más reputados diseñadores de jardines residente en París, François Duvillers (1807-1881), “Architecte paysagiste dessinateur de parcs et jardins” tal como él mismo se intitula, cuando tenía 70 años, y es probablemente debido a su edad que no se acercara a Peralada; sin embargo mantiene una comunicación constante con el conde D. Antonio.

 

En los jardines de Peralada se incorpora la tipología que seguía el modelo de Le Nôtre –el jardín geométrico francés de los castillos de Versalles o Chantilly-, pudiendo observarse en los parterres de los sectores sur y oeste más próximos al Castillo, y la estructura tipológica del jardín paisajístico inglés, de formas sinuosas, se implanta en el resto del jardín.

 

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En su origen la extensión de los jardines fue de 3 hectáreas y 38 áreas (33.800 m2), y según la leyenda adjunta debería incluir 63 zonas diferenciadas, entre las cuales se mencionan la Avenue des orangers, los Chemins vicinaux, el Laberynthe, el Tir au pigeon, el Jeu de cricket, la Habitation du jardinier, el Gymnase o el Kiosque de Pinus Pinea, etc., aunque no todas se realizaron. La vegetación que Duvillers incorpora es rica y variada, tanto por lo que se refi ere a árboles frutales productivos como a plantas y árboles ornamentales con especies que ha visto bien aclimatadas en lugares de latitudes similares como Córcega o Mónaco, y otras exóticas propias de países orientales, llegándose a contabilizar hasta 158 variedades.

 

Los años no pasan en balde, y tanto la distribución del espacio como las especies que hoy conforman los jardines han sufrido modificaciones; unas realizadas voluntariamente respondiendo a cuestiones estéticas o pragmáticas, primero por parte de los nuevos propietarios y descendientes de los condes en la primera década del siglo XX, más adelante, en los años 30, por parte de Miguel Mateu o en épocas más recientes en los 90, mientras que otras han sido fruto de los avatares climatológicos. Así, por ejemplo, se sabe que las heladas de 1956 (“l’any de la fred”) mataron casi todos los eucaliptus y muchos naranjos.

 

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En la exposición presente el visitante podrá contemplar documentos como los planos originales; parte del epistolario de François Duvillers con Antonio de Rocabertí, custodiado en el Arxiu del Regne de Mallorca; los álbumes impresos en L’Escola de Palaci “Catálogo de Plantas del Parque del Conde de Peralada” y “Catálogo de frutales del Conde de Peralada”, o la monografía de François Duvillers Les Parcs et jardins (1878), que incorpora el plano de los de Peralada, así como algunos utensilios de la época como la campana-invernadero. También tendrá ocasión de ver un interesante material complementario, con una nutrida representación de bibliografía adquirida por los condes: a las suscripciones a revistas de época se suman libros de horticultura, jardinería, mobiliario rústico y monografías de botánicos coetáneos que trabajaron en las Islas Baleares, en Cataluña y en el resto de la península.

 

Inés Padrosa Gorgot

Bibliotecaria